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En el corazón palpitante de Macuilxóchitl de Artigas Carranza, un pequeño pueblo en Oaxaca, se forja la historia de Mezcal X. Un relato que no solo habla de agave espadín, alambiques de cobre y tinas de pino, sino que también se entrelaza con la esencia misma de la tradición mezcalera mexicana, esa que ha resistido la prueba del tiempo, como el sol que acaricia las tierras de Oaxaca.
Todo comenzó en un rincón donde la tierra llora por ser acariciada por manos artesanas. Allí, con la mula Snow como compañera fiel, un grupo de soñadores decidió plantar la bandera del mezcal auténtico. No se trataba solo de crear una bebida; era una rebelión contra lo industrial, una rendición de cuentas a las raíces. Estos visionarios sabían que el verdadero mezcal no se hace solo con agave, sino con historia, con pasión y con el descubrimiento de un mundo de sabores ocultos en cada penca.
El proceso es un arte ceremonial. Comenzamos con el agave espadín, cuyos corazones son cocidos en un horno de tierra a cielo abierto, danzando con el humo en una experiencia sensorial que se celebra en cada bocado. Luego, las piñas son trituradas bajo el peso de la tahona, tirada por Snow, quien, con nobleza animal, une el pasado con el presente. La fermentación en tinas de pino no es solo un paso, es un capítulo donde la naturaleza y el tiempo se entrelazan, generando un caldo capaz de despertar los sentidos. Y sí, la destilación. ¡Ah, la destilación! El clímax de la creación, donde nuestros alambiques de cobre de Santa Clara del Cobre, Michoacán, transforman lo ordinario en extraordinario. Cada gota que fluye lleva consigo la huella del maestro mezcalero, un legado de sabiduría que se transmite generación tras generación. Con una graduación alcohólica del 51%, Mezcal X no es solo un producto; es una declaración de principios. Cada botella se convierte en un pequeño universo que evoca la esencia de Oaxaca, la tierra llena de matices y sorpresas. No buscamos ser solo otro nombre en el estante; aspiramos a ser la voz del agave, la chispa que ilumina los rincones del alma. Así, Mezcal X se presenta ante el mundo: un homenaje a la tradición, un grito de libertad y un viaje sensorial que invita a explorar los paisajes culturales de México, porque en cada sorbo, hay un pedazo de nuestra historia. ¿Listos para abrir una botella y dejar que hable por sí misma? ¡Salud!
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